Existen muchas asociaciones de música, sin embargo, el Musikverein es único. Los amantes de la música en todo el mundo lo conocen como el centro de la cultura musical vienesa; como la principal sede de los conciertos internacionales; el paraíso de la música clásica.
En diciembre de 1857, los miembros del Musikverein se regocijaron en "un gran regalo de Navidad de verdadera dimensión imperial". El emperador Francisco José I había aceptado el desmantelamiento de la antigua muralla para permitir llevar a cabo la ampliación de la ciudad. Así comenzó la era de la Ringstraße de Viena. Nuevos edificios, entre ellos la Ópera, galerías y museos, emergen por decreto imperial alrededor del anillo (Ringstraße), y así es como surgió la esperanza en el Musikverein de por fin escapar a la antigua edificación que los albergaba.
Esta propiedad, situada en el centro de la ciudad, en el No. 12 de la calle Tuchlauben, se completó en 1831 y posee la que se considera la primera auténtica sala de concierto de la ciudad de Viena. La capacidad se limita a 700 asientos, los cuales resultan insuficientes para satisfacer la afluencia de los espectadores, que rápidamente agotan las entradas. No obstante, se puso a prueba de nuevo la paciencia; ya que no fue sino hasta 1863 que el emperador se sintió inclinado a dar nuevamente un regalo a la sociedad y concedió un gran terreno situado en frente de la iglesia de San Carlos (Karlskirche).
Los amantes de la música tuvieron la oportunidad de integrarse a un edificio representativo que se acoplaba a la arquitectura de la Ringstraße. Por consiguiente, lo planearon espléndidamente. En la edificación se encuentran dos salas de conciertos. Se invitó a famosos arquitectos a ser parte del gran proyecto; entre ellos Theophil Hansen, August Siccard von Siccardsburg y Eduard van der Null, para desarrollar los diseños apropiados. Siccardsburg y van der Null, el creador de la Ópera de la Corte, declinaron la invitación; sólo quedaba Hansen – quien demostró ser la opción ideal.
Para la realización de "obras clásicas", Hansen había creado un ambiente verdaderamente clásico. Los aficionados a la música ahora podían estar orgullosos de su nuevo hogar. Con solemne alegría formularon en 1870, tres años después de la primera palada, la frase que se inscribiría en la piedra que simbolizaba la culminación de las obras:
"Dedicado al arte de la Música, tanto en la escuela como en los campeonatos; esta casa es y debe permanecer como una verdadera obra de arte en sí misma; el hogar de la música, un ornamento para la ciudad y el Imperio."